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El Dr. Misael Cirilo Vidal.
El Dr. Misael Cirilo Vidal.
¿Que habría sido de la Pintay Bata que mi mamá le hizo a La Estrellita de Pomabamba?, le pregunté un día a mi tío Rodolfo hermano de mi mamá.
Tengo en mi memoria la tarde en que llegó a nuestra casa de Yanapampa la mismísima Estrellita preguntando si ahí vivía la que bordaba la batas más bonitas de la provincia; habría sido al año 1971, yo andaba por los 6 años y recuerdo ese momento como si fuera ayer, ella una joven alta de tez morena y voz cristalina que solo la había oído en el tocadiscos de la casa, mi madre emocionada por la visita inesperada de su gran ídolo y yo mirando boquiabierto a la famosa artista. Hicieron el trato y dejó una dirección en Lima donde debía entregarse la Bata que usaría para sus presentaciones. No era una Pintay Bata cualquiera, la Estrellita exigió cambios en los colores, tamaños, flores y adornos de lentejuelas.
Mi madre había aprendido de su mamá Gaudencia Álvarez, desde muy pequeña, a los 7 años ya estaba bordando algunas parte básicas de la Bata que su mamá recibía como encargo de las campesinas quienes le pagaban según sus posibilidades con huevos, queso, leche, gallinas, trigo, cebada , maíz, papas, gongapa, etc . según la posibilidad de cada una, no había precio establecido y aunque el trueque no compensaba las horas de trabajo del bordado ni el precio de los materiales, les encantaba el arte y ver el trabajo terminado era su mayor satisfacción.
Mi tío desconocía la historia de la Bata de la Estrellita, pero siguiendo la conversación familiar de nuestras madres, terminamos hablando, siendo más estrictos, me relató cómo y cuando nuestras campesinas comenzaron a vestirse con la hoy famosa Pintay Bata.
Todo empezó en la hacienda de Urcón.
Después de la guerra con Chile, el nefasto hacendado de Urcón Jacinto Terry (A. A. Cáceres que después de atravesar la cordillera por Llanganuco pasó por Pomabamba y al llegar a Urcón con sus tropas hambrientas y harapientas le fue negada toda ayuda, ni siquiera accedió a venderle telas de lana para sus soldados y muchos se quedaron sin probar alimento y así lo describió el mismo Brujo de los Andes en su cuaderno de diario; semanas más tarde falto de municiones y bayonetas sería derrotado por el ejército chileno en Huamachuco), había vendido casi el 80 por ciento de sus propiedades a Sekolovich quien a su vez en 1909 los vendió a Oliveri. Casi al final de la década de los años 30 decidieron construir la nueva casa hacienda con todas sus dependencias y talleres para la elaboración de sus famosos quesos y sus telares, además de la granja y caballerizas, etc.... hay que recordar que Urcón era una de las haciendas agricola ganaderas más grandes de Conchucos, tanto en extension como en producción y además desde los años 1880 fabricante de tejidos de lana proveniente de las ovejas para lo cual contaba con maquinaria italiana.
Para ejecutar el proyecto fueron convocados artesanos y constructores de toda la region entre ellos Wilfredo Murillo como albañil y como carpintero mi abuelo Fidel Vidal Obregón que pertenecía a la familia de carpinteros ebanistas más destacados de la provincia; muchas de sus obras se pueden ver en las antiguas casas de Pomabamba y los acabados de madera del antiguo Cine Teatro Obregón; la última obra la hizo cuando ya muy afectado de salud dirigió a sus discípulos para realizar los trabajos de carpintería en casa de Julio Vidal papá de nuestro querido Dr. Alluco.
Así fue que toda la familia se mudó a Urcón y permanecieron durante más de cuatro años hasta que finalizaron los trabajos. Mi abuela Gaudencia una veinteañera con mínimos estudios de primaria ejercía de cuidadora y ayudante de las hijas de los hacendados, estas hijas adolescentes y algunas señoritas aprendían al arte del bordado en telas que les llegaban de Europa, mi abuela quedó fascinada por los bordados multicolores que representaban distintas situaciones de la vida en el campo, las distintas estaciones europeas, paisajes de atardeceres, colinas llenas de vacas y ovejas, etc. Ella muy activa y observadora y con especial capacidad inventiva fue asimilando la forma de bordar y un día se atrevió a pedir hilos y aguja para bordar un pequeño venado entre los bosques en una bayeta vieja, el resultado no fue alentador pero persistió animada por las señoritas y poco a poco dejó de pintar con jabón las siluetas y bordaba sin más guía que su imaginación, pronto dejó las formas que usaban sus “maestras” y se fue adentrando en la recreación de un jardín lleno de distintas flores con tanta precisión que parecían pintadas. De regreso a Pomabamba les mostró y enseñó a sus amigas doña Luzmila Escudero y Gaudencia Caldas los bordados en las rústicas bayetas. De esta manera se convirtió en la pionera del bordado de las batas gracias a su experiencia en la hacienda de Urcón. Allí en el jirón Huamachuco se sentaban a practicar las tres amigas y comadres y poco a poco las mujeres del campo fueron interesándose en aquellas bayetas llenas de flores, hasta que un día una, les habria dicho: niña gori waytacuna, manacu cai chawa batächu tsai shumaj waytacunata pintaycallapayamanquiman, por la Virgen!, - manam pintashatsu doña Wallicha - le habrían replicado y explicado mostrándole que no eran pintadas sino bordadas con hilos de colores, a lo que ella habría comentado: pintashanuchaj ricacan mamacüna! Imanu carsi rurarcapayamai niñacüna! Quesullaiquicunallatapischari apamushaj! Doña Wallicha habría contado en Conopa: játun marcächumi doña Gaullicüna shumaj batäta pintaycayan nogapaj!.
Terminada la Bata habría sido admirada y bautizada como la Pintay Bata.
La moda se implantó rápidamente en las mujeres campesinas de la zona y poco a poco se sumaron más mujeres para aprender el bordado llegando a inundar de Pintay batas toda la provincia abarcando Sihuas y Corongo
En los años 50 la familia volvió a dejar Pomabamba y se afincó por unos años en Caniasbamba por invitación de Germán Vidal pariente de mi abuelo. Alli mi abuela se dedicó a la enseñanza del bordado a las chicas de Umbe, Caniasbamba y Cajas, entre sus discípulas las más aventajadas fueron la profesora Enma Pereda de Umbe y Lidubina de Purupuru.
Más tarde se reveló en Pomabamba una joven talentosa doña Juana Cueva que hizo del arte su profesión impulsando con sus nuevos diseños la difusión de la Pintay Bata y de paso le puso un precio a su trabajo.
De la Bata que mi madre le hizo a la Estrellita no hubo noticias, se dijo que la Estrellita se había mudado y más tarde cuando la ubicaron no estoy seguro si no le gustó, o el precio acordado en su momento no le pareció justo, o nunca la ubicaron; lo cierto es que no volvimos a ver la famosa Pintay Bata hecha para la Estrellita de Pomabamba.
Misael Cirilo Vidal
Tengo en mi memoria la tarde en que llegó a nuestra casa de Yanapampa la mismísima Estrellita preguntando si ahí vivía la que bordaba la batas más bonitas de la provincia; habría sido al año 1971, yo andaba por los 6 años y recuerdo ese momento como si fuera ayer, ella una joven alta de tez morena y voz cristalina que solo la había oído en el tocadiscos de la casa, mi madre emocionada por la visita inesperada de su gran ídolo y yo mirando boquiabierto a la famosa artista. Hicieron el trato y dejó una dirección en Lima donde debía entregarse la Bata que usaría para sus presentaciones. No era una Pintay Bata cualquiera, la Estrellita exigió cambios en los colores, tamaños, flores y adornos de lentejuelas.
Mi madre había aprendido de su mamá Gaudencia Álvarez, desde muy pequeña, a los 7 años ya estaba bordando algunas parte básicas de la Bata que su mamá recibía como encargo de las campesinas quienes le pagaban según sus posibilidades con huevos, queso, leche, gallinas, trigo, cebada , maíz, papas, gongapa, etc . según la posibilidad de cada una, no había precio establecido y aunque el trueque no compensaba las horas de trabajo del bordado ni el precio de los materiales, les encantaba el arte y ver el trabajo terminado era su mayor satisfacción.
Mi tío desconocía la historia de la Bata de la Estrellita, pero siguiendo la conversación familiar de nuestras madres, terminamos hablando, siendo más estrictos, me relató cómo y cuando nuestras campesinas comenzaron a vestirse con la hoy famosa Pintay Bata.
Todo empezó en la hacienda de Urcón.
Después de la guerra con Chile, el nefasto hacendado de Urcón Jacinto Terry (A. A. Cáceres que después de atravesar la cordillera por Llanganuco pasó por Pomabamba y al llegar a Urcón con sus tropas hambrientas y harapientas le fue negada toda ayuda, ni siquiera accedió a venderle telas de lana para sus soldados y muchos se quedaron sin probar alimento y así lo describió el mismo Brujo de los Andes en su cuaderno de diario; semanas más tarde falto de municiones y bayonetas sería derrotado por el ejército chileno en Huamachuco), había vendido casi el 80 por ciento de sus propiedades a Sekolovich quien a su vez en 1909 los vendió a Oliveri. Casi al final de la década de los años 30 decidieron construir la nueva casa hacienda con todas sus dependencias y talleres para la elaboración de sus famosos quesos y sus telares, además de la granja y caballerizas, etc.... hay que recordar que Urcón era una de las haciendas agricola ganaderas más grandes de Conchucos, tanto en extension como en producción y además desde los años 1880 fabricante de tejidos de lana proveniente de las ovejas para lo cual contaba con maquinaria italiana.
Para ejecutar el proyecto fueron convocados artesanos y constructores de toda la region entre ellos Wilfredo Murillo como albañil y como carpintero mi abuelo Fidel Vidal Obregón que pertenecía a la familia de carpinteros ebanistas más destacados de la provincia; muchas de sus obras se pueden ver en las antiguas casas de Pomabamba y los acabados de madera del antiguo Cine Teatro Obregón; la última obra la hizo cuando ya muy afectado de salud dirigió a sus discípulos para realizar los trabajos de carpintería en casa de Julio Vidal papá de nuestro querido Dr. Alluco.
Así fue que toda la familia se mudó a Urcón y permanecieron durante más de cuatro años hasta que finalizaron los trabajos. Mi abuela Gaudencia una veinteañera con mínimos estudios de primaria ejercía de cuidadora y ayudante de las hijas de los hacendados, estas hijas adolescentes y algunas señoritas aprendían al arte del bordado en telas que les llegaban de Europa, mi abuela quedó fascinada por los bordados multicolores que representaban distintas situaciones de la vida en el campo, las distintas estaciones europeas, paisajes de atardeceres, colinas llenas de vacas y ovejas, etc. Ella muy activa y observadora y con especial capacidad inventiva fue asimilando la forma de bordar y un día se atrevió a pedir hilos y aguja para bordar un pequeño venado entre los bosques en una bayeta vieja, el resultado no fue alentador pero persistió animada por las señoritas y poco a poco dejó de pintar con jabón las siluetas y bordaba sin más guía que su imaginación, pronto dejó las formas que usaban sus “maestras” y se fue adentrando en la recreación de un jardín lleno de distintas flores con tanta precisión que parecían pintadas. De regreso a Pomabamba les mostró y enseñó a sus amigas doña Luzmila Escudero y Gaudencia Caldas los bordados en las rústicas bayetas. De esta manera se convirtió en la pionera del bordado de las batas gracias a su experiencia en la hacienda de Urcón. Allí en el jirón Huamachuco se sentaban a practicar las tres amigas y comadres y poco a poco las mujeres del campo fueron interesándose en aquellas bayetas llenas de flores, hasta que un día una, les habria dicho: niña gori waytacuna, manacu cai chawa batächu tsai shumaj waytacunata pintaycallapayamanquiman, por la Virgen!, - manam pintashatsu doña Wallicha - le habrían replicado y explicado mostrándole que no eran pintadas sino bordadas con hilos de colores, a lo que ella habría comentado: pintashanuchaj ricacan mamacüna! Imanu carsi rurarcapayamai niñacüna! Quesullaiquicunallatapischari apamushaj! Doña Wallicha habría contado en Conopa: játun marcächumi doña Gaullicüna shumaj batäta pintaycayan nogapaj!.
Terminada la Bata habría sido admirada y bautizada como la Pintay Bata.
La moda se implantó rápidamente en las mujeres campesinas de la zona y poco a poco se sumaron más mujeres para aprender el bordado llegando a inundar de Pintay batas toda la provincia abarcando Sihuas y Corongo
En los años 50 la familia volvió a dejar Pomabamba y se afincó por unos años en Caniasbamba por invitación de Germán Vidal pariente de mi abuelo. Alli mi abuela se dedicó a la enseñanza del bordado a las chicas de Umbe, Caniasbamba y Cajas, entre sus discípulas las más aventajadas fueron la profesora Enma Pereda de Umbe y Lidubina de Purupuru.
Más tarde se reveló en Pomabamba una joven talentosa doña Juana Cueva que hizo del arte su profesión impulsando con sus nuevos diseños la difusión de la Pintay Bata y de paso le puso un precio a su trabajo.
De la Bata que mi madre le hizo a la Estrellita no hubo noticias, se dijo que la Estrellita se había mudado y más tarde cuando la ubicaron no estoy seguro si no le gustó, o el precio acordado en su momento no le pareció justo, o nunca la ubicaron; lo cierto es que no volvimos a ver la famosa Pintay Bata hecha para la Estrellita de Pomabamba.
Misael Cirilo Vidal
fotos : German Escudero Saldarriaga.
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